Otra vez, fútbol
argentino. Otra vez. Lo que era una fiesta en Floresta se convirtió
en un hecho bochornoso en donde hubo grescas y golpes de puño. Lo
lamentable es que los incidentes no se dieron ni en la tribuna ni en
los alrededores del estadio.
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(Foto: TELAM) |
El enfrentamiento esta vez sucedió en
el campo de juego. El lugar en el que veintidós tipos se tienen que
divertir jugando con una pelota, demostrando mediante su juego y
actitud, compromiso y valores.
Hoy en cancha de
All Boys, jugadores, dirigentes, colaboradores y periodistas
partidarios demostraron que en la sociedad y el fútbol se perdió la
fraternidad. Ya no hay códigos, solamente importa uno mismo. Ya no
se puede cargar ni ser cargado en un partido. Ya todo genera ira y
violencia, y esa ira y violencia se ven manifestadas en actos. Ya no
importa si sos profesional o amateur, ni si hay una, dos, o quince
cámaras. Ni dos, nueve, quince o cincuenta mil personas mirando.
Al parecer,
Taborda no se bancó una cargada de algún alcanza pelotas y
reaccionó de la primera manera que se le ocurrió. Ante esa
reacción, todo lo que devino. El fútbol argentino está cada vez
más golpeado, y le siguen pegando. Intenta abrazarnos, recordándonos
lo que realmente es: un juego para divertirse. Después se convirtió
en lo que se convirtió. Nos abraza y nos pide que no peguemos más,
pero nosotros lo empujamos y le pegamos abajo, donde más duele.
All Boys le
ganaba 4 a 1 a Chacarita y el partido fue suspendido, pero eso ya no
importa, ¿o sí?.
Por Santiago Díaz
@Sanndres
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