(Foto: Captura de pantalla Tyc Sports) |
El equipo de Barrio Jardín jugaba el último partido de la fecha sabiendo que sí ganaba sería más puntero que nunca. El rival era Instituto, quién la complicó demasiado el partido y de hecho estuvo en ventaja en gran parte del segundo tiempo.
Sin embargo, apareció el histórico goleador Gonzalo Klusener para empatar el cotejo y dejar a su elenco todavía más líder de lo que era cuando se inició la fecha.
La historia de amor de los hinchas albiazules para con el oriundo de Oberá volvió a sumar una nuevo capítulo. Una historia digna de los culebrones argentinos, qué hoy en día son reemplazados por productos internacionales.
Pero los hinchas de Talleres no quieren a Onur ni a nadie por el estilo. Su gran amor es Klusener. El delantero de 23 años que vino para conformar un verdadero dream team en la categoría. Justamente, fue el atacante en el anterior paso del equipo por la categoría.
Desde su vuelta, por distintas molestias y lesiones, no había podido jugar demasiados partidos. El equipo funcionaba muy bien pero los simpatizantes igualan lo extrañaban a él. Las fechas fueron pasando y los goles de Nazareno Solís, Eial Strahman, y compañía hacían olvidar por momentos al gran delantero que a veces, ni siquiera podía estar sentado en el banco.
Claro que a esta historia le faltaba el capítulo que todos esperaban. Cabe destacar qué ni a Martín Scorsese se le hubiera ocurrido tan emotiva situación. Fecha 7, clásico cordobés de la divisional qué enfrentaba a Instituto y Talleres. Para sumarle más dramatismo, la gloría se pondría en ventaja a través de un tanto de Federico Vázquez.
Y a los 56 minutos de juego se comenzaría a deslumbrar lo que podría ser un final positivo. Victorio Ramis dejaba la cancha y aparecía Gonzalo Klusener. Con todo el segundo tiempo por delante, aparecía el jugador esperado por el público local.
Finalmente, faltan menos de un cuarto de hora para el final del duelo iba a aparecer él. Desde un tiro libre desde la derecha, y en 3/4 de campo de juego local. El goleador aprovechó que el balón iba cayendo al área. Ahí apareció para impactar de cabeza y decretar el empate.
A pesar de que el mejor resultado hubiera sido la victoria, una igualdad luego de ir perdiendo no es un mal resultado. La historia podría haber vuelto sumamente predecible sí en el arco hubiese entrado el balón que minutos más tarde se estrelló en el travesaño por un testazo de Klusegol.
Sin embargo lo que ayer no fue el final, o al menos eso esperaban todos los mataderos. Lo de ayer fue un capítulo más en esta historia de amor, qué muchas esperaban termine por el mes de Mayo con el mejor escenario posible. Mientras tantos, los hinchas comienza a disfrutar de Klusegol.
Por Iván Ferrato
@FerratoIván
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