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Ni el más optimista hincha imparcial podría haber pensando con esto. Chicago derrotó a Villa Dálmine por 6 a 4, luego de tener cinco goles de ventaja. En un duelo donde las defensas fallaron, los elencos cumplieron y nos dieron un buen espectáculo deportivo.
Durante el primer tiempo se vio un partido entretenido. Un encuentro que comenzó demorado por una particularidad: Carlos Kletnicki tuvo que cambiar dos veces la camiseta. En primer término porqué era similar al color de la indumentaria del local. En segunda instancias, por qué era parecido el color con la de sus compañeros. Finalmente el arquero se puso la pechera amarilla y el juego arrancó.
La primera etapa fue muy buena para todo espectador neutral. Ambos equipos, con su forma, convicciones y errores del rival, atacaban en busca de la apertura del marcador. Rápidamente el dueño de casa se pondría en ventaja. Lucas Baldunciel se tiró para recuperar una pelota que parecía perdida. Eso hizo que Zamponi no tenga tiempo de correrse, por lo que el esférico rebotó en él y dejó sin chances al guardameta visitante.
En el cuarto de hora de juego, Dálmine empataría el partido. Falcón tiró un buen centro para la cabeza de Demaio. El jugador apareció solo en el punto penal y mandó el balón a guardar. El resultado se parecía un poco más a lo que pasaba en el cotejo. Un duelo muy parejo.
Sin embargo, en el fútbol no se gana con merecimientos. Baldunciel leería el pensamiento de la defensa adversaria y pondría un pase al vacío para que pique Maximiliano Brito. El delantero quedó solo, frente al arquero, con un poco menos de la mitad de cancha por delante. Kletnicki intentó cortar el avance pero no pudo hacer nada. El atacante amagó al uno y con el arco a su merced, empujó la caprichosa para estampar el 2 a 1.
Lo que pasó en la etapa complementaria fue digno de una película. Por cómo se dio el desarrollo del primer tiempo, nadie podía imaginar lo que estaba por suceder. Tras un despegue de la defensa, Brito bajaría la pelota con el pecho y al ver al portero adelantado tiró. El esférico pasó un arriba del arquero y por debajo del travesaño.
Cuando el viola no se recuperaba del golpe recibido, llegaría el cuarto. El árbitro juzgó penal por una mano y Christian Gómez se encargó de cambiarlo por gol. Ya con la ventaja de tres goles, parecía que el duelo estaba liquidado.
Esto más se iba a acrecentar cuando Juan Cruz Monteagudo, quién fue titular por la lesión de Paschetta, volvió a hacer delirar al público local al anotar el 5 a 1. En escasos minutos de la segunda parte, había seis goles en el encuentro. Pero, esto no iba a terminar ahí.
La defensa del elenco de Campana demostraría que no estaba en su mejor tarde. Un pase corto permitió descolocar al arquero y qué Alejandro Melo, luego de un pase de taco, defina para estirar la diferencia a cinco tantos.
Con casi media hora de juego por delante, la incógnita pasaba por saber cuántos goles más podría hacer el local.
Sin embargo, el equipo de Marchesi con más amor propio que fútbol fue en busca de un descuento que haga menos dolorosa la derrota. Así, fue que Renso Pérez apareció como pancho por su casa en el área. Sin dudarlo, definió como un bombazo para poner el 2-6.
El mismo jugador iba a ser protagonista del tercer gol de su elenco. Pedro Argañaraz cobraría un penal dudoso. Al volante poco le importaría esto y marcaría para soñar con lo imposible.
Axel Juárez fue expulsado en el torito y esto hizo que Nanía repliegue al conjunto un par de metros más atrás. Para agregarle otra cuota más de suspenso, Ezequiel Cérica sería protagonista principal del cuarto grito del conjunto de Campana.
Finalmente el encuentro terminaría 6-4, luego de que el local ganara 6-1. Los dos entrenadores se irán sumamente preocupados. Sobre todo Nanía, porqué su equipo goleaba y terminó sufriendo.
En el próximo fin de semana, Chicago tendrá que visitar San Luis para enfrentar a Juventd Unida. El elenco de Mataderos llegó a las 21 puntos y se acomoda en el torneo.
Por Iván Ferrato
@FerratoIván
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